jueves, 5 de noviembre de 2009

¿POR QUÉ PUERTA SE ENTRA A LA IGLESIA?


A la Iglesia se entra por la puerta del Bautismo. El Bautismo lo instituyó Jesús cuando, después de haber resucitado, se apareció a los Apóstoles reunidos en el Cenáculo (lugar donde había celebrado con ellos la Última Cena) y les dijo: Vayan por todo el mundo, prediquen el Evangelio, a los que crean bautícenlos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo (Mateo 28, 18-20).

Los Apóstoles cumplieron el mandato de Jesús: Pedro bautizó a Cornelio con su familia (Hechos 10, 48); igualmente Lidia se bautizó con su familia (Hechos 16,14-15); Felipe bautizó al eunuco (Hecho 8,38). Los Apóstoles iban confirmando a los que ya estaban bautizados (Hechos 8, 40); así lo ha seguido haciendo la Iglesia católica durante dos mil años.

El Concilio Vaticano II en su artículo sobre el bautismo dice: El bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el Espíritu y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. Por el bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión (Vaticano II número 1213).

¿Quiénes pueden bautizarse? Los padres católicos a sus hijos, y toda persona que quiera formar parte de la Iglesia católica, lo solicite y se prepare para recibirlo y asumir el compromiso que conlleva como discípulo misionero.

¿Porqué la necesidad de padrinos y cuál es su compromiso? El bautizado necesita seguir creciendo en su vida de fe; en el hogar sus padres lo acompañan con su testimonio y formación cristiana; los padrinos representan a la comunidad cristiana y se preocupan de que el ahijado siga preparándose para los demás sacramentos y viva el amor a Dios y al prójimo en el camino de su salvación.

Los padres creyentes, pero no bautizados, antes de bautizar a sus hijos deben prepararse para su bautismo y su matrimonio, o sea, que si ellos no han dado los pasos de la fe, deben prepararse y recibir estos sacramentos para adquirir el derecho de bautizar a sus hijos, pues nadie puede dar lo no tiene; en el caso contrario cuando los hijos tengan la edad suficiente, podrán solicitar el bautismo, prepararse y recibirlo.

El Papa Benedicto XVI dijo a los padres de familia en el IV Encuentro mundial de Familia celebrado en Valencia, España, en el año 2006: “Los padres tienen el derecho y el deber de transmitir la fe a sus hijos para que se sientan hijos de Dios y miembros de la Iglesia”.

Los papás inician el cumplimiento de este compromiso desde que, aún antes de nacer el niño, le buscan padrinos cristianos pensando anticipadamente en el bautismo de sus hijos y en su misión de padres cristianos. Es por eso que la familia cristiana tiene siempre un lugar privilegiado en la mente de Dios y de la Iglesia.

PASOS PARA ALCANZAR LA DECLARAACIÓN DE NULIDAD DE UN MATRIMONIO

En una ocasión los fariseos (grupo contrario a Jesús) se le acercaron y le preguntaron maliciosamente: “¿Maestro, está permitido a un hombre dejar a su mujer por cualquier motivo?”

Jesús, haciendo referencia al Génesis 2, 24 les respondió: “¿No han leído que el Creador al principio los hizo hombre y mujer y dijo: El hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá con su mujer y serán una sola carne? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios ha unido no lo separe el hombre.”

La Iglesia, fiel a este mandato de Jesús, reconoce que no tiene facultad para anular un matrimonio que reunió las condiciones requeridas para ser bendecido por Dios. Lo que hace la Iglesia en su vida pastoral, es declarar nulo un matrimonio cuando se presentan pruebas evidentes para hacerlo.

En la Iglesia existe un Tribunal eclesiástico donde se presentan los casos de las personas separadas de su pareja. Cada caso es estudiado por especialistas del Derecho Canónico a partir de su historial, y si se descubre que hubo fallas graves que pudieran invalidar el Sacramento al momento de realizar el matrimonio, la Iglesia declara su nulidad, y ambas parejas quedan libres y pueden contraer nuevo matrimonio.

Compréndase bien que una cosa es divorcio, y otra cosa es declaración de nulidad. La Iglesia no divorcia, lo que hace es declaración de nulidad, lo cual significa que no hubo Sacramento, por impedimentos que la pareja o no dijo expresamente, o que sólo Dios conocía, por lo cual no aprobó ese unión.

Cuando una o los dos cónyuges desean que se estudie su caso para la declaración de nulidad, acuden al Arzobispado, y solicitan una entrevista con la secretaria del tribunal eclesiástico, Sor Eulalia Rodríguez, quién informa y acompaña a los interesados.

Por supuesto, el ideal del matrimonio es permanecer en santa unión hasta la muerte, pues la Iglesia enseña que los tres puntos esenciales del matrimonio son: amor, indisolubilidad y procreación de los hijos. Y en el rito matrimonial los esposos se prometen amor y fidelidad y ayuda mutua hasta el fin de su vida.

El éxito de cada matrimonio empieza eligiendo bien su pareja. La pareja de toda una vida se elige, no cuando se inicia el noviazgo, sino cuando ambos se han conocido en verdad y sinceridad delante de sí, de la Iglesia, de su familia y de la sociedad, y deciden unirse para formar una familia a costa de amor y de sacrificio durante toda su vida.

La sociedad depende de la familia. Salvar la sociedad es salvar la familia. Hay personas e instituciones que quieren destruir la sociedad y saben que la mejor forma de hacerlo es destruyendo la familia.

Quienes abogan por la legalización del aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo, la pornografía, el desprecio de los valores humanos, morales, éticos, sociales y religiosos, y promueven los vicios y medios ilícitos de obtener riquezas, buscan la destrucción de la familia y de la sociedad. Por sus obras les conoceréis, dice Jesús.

EL SACERDOTES: SU CONVERSION E IDENTIFICACION CON JESUS


En el año sacerdotal, el mejor regalo que los fieles pueden hacer a sus sacerdotes es orar por su vida espiritual y su identidad a Dios y a la Iglesia.

Ciertamente el sacerdote es un hombre humano con limitaciones y debilidades, pero con un llamado a vivir la fidelidad en servicio a Dios y a su pueblo.

En relación al año sacerdotal el Arzobispo Mauro Piacenza, secretario de la Congregación para el Clero nos hace una preciosa reflexión:

“Estamos ciertamente llamados a la conversión en cada día, pero en este Año lo somos en una manera muy particular, juntamente a cuantos han recibido el don de la Ordenación sacerdotal. ¿A qué debemos convertirnos? Conversión para ser siempre más auténticamente aquello que somos, conversión hacia nuestra identidad eclesial para un ministerio que sea absolutamente consecuente con dicha identidad, con el fin de que una renovada y alegre conciencia del nuestro “ser” determine nuestro “hacer”, o mejor, ofrezca el espacio a Cristo, Buen Pastor, para que El pueda vivir dentro de nosotros y actuar a través de nosotros.

Nuestra espiritualidad no puede ser otra que la de Cristo, único y Sumo Sacerdote del Nuevo Testamento.

En este Año, que el Sumo Pontífice ha providencialmente proclamado, buscaremos todos juntos la referencia a la identidad de Cristo, Hijo de Dios, en comunión con el Padre y el Espíritu Santo, hecho Hombre en las entrañas virginales de María; a su misión de revelar al Padre y a su admirable diseño de salvación. Esta misión de Cristo comporta también la construcción de la Iglesia: El Buen Pastor (cfr. Ju. 19, 1-21), que da su vida por la Iglesia (cfr. Ef. 5, 25).

Convertirse sí cada día para que el estilo de vida de Cristo sea cada vez más el estilo de cada uno de nosotros.

Debemos ser para los hombres, debemos comprometernos a vivir en comunión con el santo y divino amor con la gente; una amor que da la vida (he aquí incisa la riqueza del sagrado celibato), que obliga a la solidariedad auténtica con los que sufren y con los pobres de toda pobreza.

Debemos ser obreros para la construcción de la única Iglesia de Cristo por lo cual debemos vivir fielmente la comunión de amor con el Papa, con los Obispos, con los hermanos sacerdotes y con los fieles. Debemos vivir la comunión con camino jamás interrumpido de la Iglesia en el interior del Cuerpo místico.

Debemos poder correr espiritualmente en este Año correspondiendo a nuestra vocación para así poder mejor decir con verdad: “no soy yo quien vive, es Cristo que vive en mi” (Gal. 2, 20).

Nombres y el significado de algunos ornamentos litúrgicos de los ministros ordenados



EL ALBA

Los clérigos, (y los laicos que sirven en el altar) se visten una túnica que los cubre de arriba abajo, y que, por ser siempre blanca, ha recibido el mismo nombre de su adjetivo en latín:
alba.

Es uno de los más importantes ornamentos litúrgicos. Proviene de la túnica blanca que llevaban los griegos y romanos en tiempo del Imperio.

Místicamente nos recuerda la pureza de corazón que ha de poseer el que la lleva, como la oración que dicen los consagrados al ponérsela: Hazme puro, Señor, y limpia mi corazón, para que, santificado por la sangre del cordero, pueda gozar de las delicias eternas.

El alba significa la vestidura blanca que le hizo poner Herodes a Jesús.



EL CÍNGULO

Para que el ALBA, se adapte convenientemente al cuerpo del que la lleva y quede redondeada por su parte inferior sin que cuelgue por ningún lado, el clérigo se ciñe sobre ella un grueso cordón, el CÍNGULO, que puede ser blanco, dorado o del color litúrgico del día; el cual, fijado primero por delante y haciéndolo cruzar por detrás, vuelve simplemente a cada lado, desde donde cuelga hacia abajo el cordón que sobra, y que ordinariamente va rematado por una borla.

Espiritualmente nos recuerda, según la oración que reza el sacerdote, la necesidad de luchar contra las bajas pasiones de la carne: Cíñeme, Señor, con el cíngulo de la pureza, y apaga en mis carnes el fuego de la concupiscencia, para que more siempre en mí la virtud de la continencia y castidad.

El Cíngulo significa las cuerdas con que fue atado Nuestro Señor en el huerto de los Olivos.



ESTOLA

La Estola sólo la pueden llevar los Obispos, Sacerdotes y Diáconos, aunque de un modo distinto cada uno. El diácono la lleva sobre el hombro izquierdo y la hace cruzar a su lado derecho sujetándola con el cíngulo. El Sacerdote, y el Obispo simplemente colgando del cuello.

Espiritualmente, la Estola puede recordarnos la dignidad de hijos de Dios que desgraciadamente perdimos por el pecado de Adán y Eva, y así, al ver que el sacerdote, que es nuestro representante ante el Altísimo, lleva la estola puesta, podemos gozosamente contar con que la divina gracia nos devolverá aquella dignidad y herencia que le corresponde, es decir, la eterna Gloria.

La Iglesia hace pedir, al imponérsela el Sacerdote, la inmortalidad, perdida por el pecado, y el premio de nuestro último y feliz destino: Devuélveme, Señor, la estola de la inmortalidad, que perdí con la prevaricación del primer padre, y aún cuando me acerque, sin ser digno, a celebrar tus sagrados misterios, haz que merezca el gozo sempiterno.

La estola significa las sogas con que Nuestro Señor fue arrastrado al Calvario.

LA CASULLA

Es el ornamento propio del sacerdote durante la celebración de la Santa Misa y el más importante de todos. La palabra Casulla, que significa tienda; dado que la casulla es de tela, viene a indicar que, así como la vela de una tienda de campaña la cubre totalmente, de igual modo la casulla que ha de ser de seda, del color litúrgico del día, y también ornamentada como sea posible.

Espiritualmente, la casulla nos recuerda el suave yugo de la ley del Señor.
La oración que reza el Sacerdote al revestirse de ella es: Señor, que has dicho:
“Mi yugo es suave y mi carga ligera”, haz que lo lleve de tal modo, que consiga tu gracia. Amén.

La casulla significa el vestido de púrpura puesto a Jesús cuando le trataron en son de burla como rey.

Diac. Freddy Vargas

martes, 12 de mayo de 2009

Somos testigos y misioneros del Resucitado


Rev. P. Manuel Ant. García S.

Jesús, el crucificado, vive ahora con y en nosotros por siempre, y nos ha dado su mismo Espíritu, para andar su mismo camino como testigos que se reúnen en comida amical y fraterna, a partir el Pan Eucarístico, por la oración apostólica y comunitaria.

Esta gran experiencia de la Pascua de la primera comunidad, fue el paso del miedo a la valentía, de la tristeza a la alegría, porque Pedro y los Apóstoles vieron al Señor que se les apareció desde su nueva existencia, que les explicó la ley de Moisés, de los profetas y salmos, y comió con ellos....

Desde este momento se inicia el seguimiento de Jesucristo, tarea incesante de conversión que consiste en adentrarse e inspirándose en los hechos y palabras de Cristo como miembros de comunidades “testigos de la resurrección”; un nuevo estilo de vida de discípulos. conforme al Evangelio de Jesús.

El documento de APARECIDA, en la V Conferencia del CELAM, gira alrededor del seguimiento de Jesús, llamándonos a formar comunidades en misión permanente donde se manifiesten las diversas presencias de Jesucristo vivo:

1. En la Palabra y en los sacramentos (n.103)
2. En los rostros sufrientes (n.104)
3. En todos los acontecimientos de la vida de nuestros pueblos, donde nos invitan a hacer un mundo más justo y más fraterno (n.105)
4. En los discípulos y discípulas que procuran hacer suyo el modo de ser de Jesús (n.106)
5. Iglesia con plena pertenencia de los laicos como parte activa y creativa de la misión (n. 230,232) con el mandato de ir y de hacer discípulos (cf. Mt 28, 20),

¡Necesitamos un nuevo Pentecostés!

¡Necesitamos salir al encuentro de las personas, las familias, las comunidades y los pueblos para comunicarles y compartir el don del encuentro con Cristo, que ha llenado nuestras vidas de sentido, de verdad y amor, de alegría y de esperanza!

No podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos, sino que urge acudir en todas las direcciones para proclamar que el mal y la muerte no tienen la última palabra, que el amor es más fuerte, que hemos sido liberados y salvados por la victoria pascual del Señor de la historia, que Él nos convoca en Iglesia, y que quiere multiplicar el número de sus discípulos y misioneros en la construcción de su Reino en nuestro Continente.

CARTA AL PUEBLO DE DIOS

Queridos Hermanos y hermanas:

“Gracia y paz a ustedes de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo" (2 Cor 1, 2) al celebrar con alegría la Pascua del Señor, que es victoria de la Vida sobre la muerte, de la Verdad sobre la mentira, del amor sobre el odio, de la Justicia sobre la injusticia.

Me alegra comunicarme con Ustedes para alabar juntos al Padre Dios por el don maravilloso de la vida, en la resurrección de Jesucristo, esa vida de Cristo se ha transformado en vida en abundancia y en vida
eterna. Vida que se manifiesta de manera especial en la familia, que basada en la unión de un hombre y una mujer, es santuario de vida y amor.

Este valor sagrado de la vida humana, que todo hombre y toda mujer abierto sinceramente a la verdad y al bien, aun entre dificultades e incertidumbres, puede llegar a descubrir, en la ley natural escrita en su corazón (cf. Rom.2, 14-15), está establecido en la Constitución de nuestro país.

Ya que la Asamblea Nacional va a revisar la Constitución de la República, deseo que todos ustedes se unan a lo que decíamos los Obispos Dominicanos en nuestro Mensaje del 27 de Febrero de este año, con motivo de la fiesta de la Independencia Nacional, dirigiéndonos a nuestros legisladores y legisladoras: demandamos que se mantenga íntegra e inalterable la propuesta del Artículo 30 de la Reforma de la Constitución, que dice: "El derecho a la vida es inviolable desde la concepción hasta la muerte. No podrá establecerse, pronunciarse ni aplicarse, en ningún caso, la pena de muerte". De igual modo, el contenido de la propuesta del Artículo 44, en lo referente a la familia, la cual se funda en el consorcio de un hombre y una mujer para constituir una familia. Por lo demás, que todo cuanto contenga la propuesta de la reforma constitucional esté sujeto al bien común y a las leyes naturales plasmadas por Dios en la creación y en la conciencia humana" (no. 40).

En concreto, les motivo para que hagan oír su voz ante los legisladores y legisladoras que nos representan y que viven cerca de ustedes ya sea hablándoles directamente de que voten a favor de los artículos 30 y 44 tal como están, firmando la Carta que se enviará a la Asamblea Nacional, en fecha próxima.

Y, sobre todo, unámonos en oración permanente para que la Asamblea Nacional se deje iluminar por el Espíritu Santo para que de manera unánime digan SI a la vida, aprobando el artículo 30 y 44 tal como están.

Con bendiciones abundantes para cada uno de ustedes y de sus familias,


+NICOLÁS DE JESÚS CARDENAL LÓPEZ RODRÍGUEZ
Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo
Primado de America

Monte Plata en Misión

Mons. Pablo Cedano Cedano


La Arquidiócesis de Santo Domingo está formada por el Distrito Nacional y las provincias de Santo Domingo y Monte Plata. Esta provincia tiene una superficie de 2,632.14 kilómetros cuadrados, y una población de unas 200,000 personas. Su municipio cabecera es Monte Plata con una población de 37,614 habitantes.

Otros municipios de la provincia son: Bayaguana, Sabana Grande de Boyá, Yamasá y Peralvillo. Sus distritos municipales: Chirino, Don Juan, Gonzalo, Majagual y los Botados. Contiene montañas, ríos y gran parte de Los Haitises con sus numerosas pequeñas colinas en vía de desarrollo turístico.

La provincia tienes 12 parroquias con sus centros parroquiales en los municipios y distritos con sus respectivos sacerdotes, numerosas capillas bien terminadas, distribuidas por barrios y comunidades rurales; sobresale el proyecto del nuevo templo parroquial que goza de una hermosa estructura y una capacidad para unas 900 personas sentadas.

En la provincia trabajan 10 sacerdotes, 7 diáconos permanentes, 7 Congregaciones de hermanas religiosas, numerosas comunidades, catequistas, grupos y movimientos en cada una de las parroquias, y miles de laicos y laicas colaborando activamente en la acción pastoral de toda la provincia.

Llegada la hora de la Misión Continental, los sacerdotes han llevado a cabo las dos primeras formaciones de los misioneros y misioneras de todas las comunidades urbanas y rurales que han respondido con mucho gozo y la alegría al sentirse llamados y enviados a llevar el mensaje de Jesús a todos sus hermanos.

El pasado domingo 15 celebramos en la ciudad de Monte Plata, con mucha solemnidad y entusiasmo, la Eucaristía y el envío de unos 1500 misioneros y misioneras por toda la provincia a predicar sobre Jesús y su mensaje en esta primera etapa de la Misión Continental.


En Jesús y el Espíritu Santo, pongamos en alto nuestro lema:

¡Con Cristo en el corazón Evangelicemos la nación!

miércoles, 11 de marzo de 2009

La Transfiguración, un camino de Fe



Rev. P. Manuel Antonio García


Hemos de confiar plenamente en el amor de Dios que nos permitirá, bajo toda circunstancia, vivir la experiencia de Jesús, muerto y resucitado para nuestra salvación.

En la narración evangélica del Primer día de la Semana, Jesús sube a Jerusalén, a la ciudad que asesina a los profetas. Sólo hace seis días que anunció su pasión y muerte y que reprendió severamente a Pedro, que trataba de apartarle de su camino. Suben a la montaña donde se unen dos realidades aparentemente irreconciliables:

1. La gloria de Dios, presente en la nube, y la voz que se oye desde el cielo. "Este es mi hijo, el amado, en quien tengo puestas todas mis complacencias, escúchenle". Los vestidos blancos del Maestro. Las alabanzas de Pedro y los discípulos.


2. El anuncio a los Apóstoles de la Pasión, Muerte y resurrección de Jesucristo. Las negaciones de Pedro y la huida de los discípulos.
Experiencia parecida a la del Domingo pasado, fruto del Bautismo, las tentaciones del desierto.

Este es el camino hacia la plenitud de vida, por el sufrimiento, por la persecución, por el aparente fracaso. Se llega a la gloria de la resurrección pasando por la lucha de la pasión de cada día hasta la muerte.

Es la experiencia de fe de los apóstoles, que la Iglesia actualiza en el tiempo de Cuaresma en la Eucaristía, caminando hacia la Pascua.

No nos contentemos con una fe superficial, sin contenido, sin camino, sin lucha.

Por eso, Cristo y sus discípulos descienden de la montaña. No ha sido más que un alto en el camino que sube a Jerusalén, porque no ha llegado aún la hora del triunfo. La Transfiguración del Señor es sólo un anticipo de la Resurrección y un aliento para seguir caminando hasta que todo se haya terminado, hasta que toda la voluntad del Padre se haya realizado en el abandono de la cruz.

Jesucristo, el Señor, el Hijo de Dios, conduce a su Iglesia hoy por el mismo camino: "El que quiera venir en pos de Mí, tome su cruz y sígame".

La Misión Continental en acción, evangelizando la nación


Mons. Pablo Cedano Cedano


Como todos sabemos, el proyecto de la Gran Misión Continental fue propuesto por los Obispos que participaron en la V Conferencia Latinoamericana y del Caribe en mayo 2007 en Aparecida, Brasil. El Papa Benedicto XVI que había sugerido la idea, acogió, animó y bendijo el proyecto misionero. Los católicos dominicanos recibimos la noticia con gozo, alegría y esperanza cristiana.

De inmediato la Conferencia Episcopal Dominicana trató el tema con mucho interés en su reunión ordinaria de julio 2007 declarando el año 2008, año de preparación para la Gran Misión Continental. En su siguiente reunión ordinaria de julio 2008, fijó la fecha del primero de marzo para dar inicio a la Misión Continental en todo el país con el lema: “Con Cristo en el Corazón Evangelicemos la Nación”.

El lanzamiento de la Misión Continental se realizó el 25 de enero pasado simultáneamente en las dos Arquidiócesis y en las nueve Diócesis del país. Los misioneros reciben previamente una primera formación durante dos días, y en un segundo momento, una segunda formación y orientaciones durante dos días más. Muchos de los misioneros y misioneras llevan una larga experiencia de fe, y de misión en la Iglesia.

Unos 15 mil misioneros han recibido ya la primera y segunda formación, de los cuales un 40 % participó en la Gran Misión del Jubileo 2000 que dio paso al Tercer Plan de Pastoral que, con los Obispos a la cabeza, coordina la Gran Misión Continental a nivel nacional.

El fin de semana pasado se hicieron los primeros envíos de unos tres mil misioneros y misioneras de todas las parroquias de las Zonas de Herrera y de Zona de la avenida Independencia, comprendida entre las avenidas Abraham Lincoln y la avenida Luperón.

La Parroquia El Buen Pastor está programada para hacer su primer envío el 29 de marzo bajo la bendición de Dios. Los misioneros irán de dos en dos visitando los hogares que les asignaremos; les identificará un distintivo especial y una carta de presentación de los misioneros que invitarán a las familias a participar en los centros de Misión.

Iremos cubriendo paso a paso los 18 sectores de la parroquia. Iremos haciendo nuevas formaciones ya que necesitamos 800 misioneros y misioneros para cubrir la totalidad de la parroquia. Iniciaremos la misión por las cuadras aledañas al centro parroquial. Solicitamos a las familias recibirlos con amor ya que en ellos Dios va bendiciendo sus hogares.

El Espíritu Santo nos acompañará a todos en este período de Misión.


lunes, 2 de marzo de 2009

Vía Crucis

Rev. Diac. Freddy Vargas


Viacrucis o Vía Crucis significa «camino de la cruz» y se refiere a las diferentes etapas o momentos vividos por Jesucristo desde el momento en que fue aprehendido hasta su Crucifixión y sepultura. La expresión se usa también comúnmente para expresar todo tipo de dificultades que se presentan en la vida cuando se quieren alcanzar ciertos objetivos.

La costumbre es hacer un recorrido grupal que puede tener lugar dentro del templo o por las calles, deteniéndose en cada estación y haciendo una oración en cada una, una lectura de algún pasaje del evangelio o también un canto. Es una práctica que fundamentalmente se realiza el Viernes Santo. También es costumbre esta práctica en los viernes de Cuaresma.

En la Parroquia El Buen Pastor tendremos Vía crucis todos los viernes de Cuaresma después de Misa de las 6:30 P.M

Unámonos todos en procesión a caminar junto a Jesús.

Mensaje de los Obispos al pueblo Dominicano

Mons. Pablo Cedano Cedano

La Conferencia Episcopal Dominicana en su acostumbrado Mensaje del 27 de febrero al país, analiza la realidad en que está viviendo la nación en relación a la violencia que sigue avanzando y creando un estado de inseguridad y de inestabilidad que a todos preocupa.

En su documento los Obispos ven la necesidad de unir esfuerzos en la construcción de la paz, muestran preocupación por el alto índice de violencia y criminalidad existente en el país, aún por parte de las autoridades civiles y militares, lo cual crea tensión y desequilibrio a la ciudadanía en general.

Lamentan la corrupción estatal en la administración pública, la carestía de los servicios públicos y de los productos de primera necesidad por el afán de lucro sin importar los medios, todo lo cual se constituye en delito y violencia en contra de los bienes y servicios del Estado y de los consumidores.

Entre otros males, los Obispos señalan también el sufrimiento de la sociedad por el incremento de la criminalidad, robos, narcotráfico, muertes, violencia intrafamiliar, divorcios, abortos clandestinos, desempleos, nuevos sectores de pobreza extrema, alcoholismo, sexualismo, pérdida de nuestros valores culturales tradicionales, y el incremento de anti-valores propios e importados.

Por otra parte los Obispos solicitan a todos los sectores público y privados, al Estado, a los empresarios, economistas y al pueblo en general, asumir la cuota de esfuerzo correspondiente a cada grupo y personas para que salvemos y desarrollemos nuestro país y volvamos a trabajar y dormir con tranquilidad.

Ven como necesario reforzar más la educación para la creación de una conciencia ciudadana, aplicar la justicia social, entender el sentido social y de bien común de la riqueza.

Los Obispos tocan también el tema de la ecología y condenan la deforestación indiscriminada, especialmente en las cuencas de los ríos, contaminación de ríos y cañadas, y del medio ambiente por la basura, ruidos, humo de industrias y carros…

Esperamos y oramos al Señor para que las propuestas de las siete comisiones que trabajaron arduamente en la Cumbre, y que fueron presentadas al Señor Presidente de la República, sean profundizadas, planificadas y ejecutadas por orden de prioridades y posibilidades para bien del país, especialmente de los más pobres, teniendo presente que el mal se vence a fuerza del bien, y que nada es imposible para Dios.

Preparando a los misioneros del Buen Pastor

Mons. Pablo Cedano Cedano

En parroquia El Buen Pastor, en comunión con las 205 parroquias de nuestra Arquidiócesis, estamos en sintonía con el Papa y los Obispos latinoamericanos en el documento de Aparecida nos dicen:

“¡Necesitamos un nuevo Pentecostés! ¡Necesitamos salir al encuentro de las personas, de las familias de las comunidades y de los pueblos para comunicarles y compartir el don del encuentro con Cristo…! No podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos, sino que urge acudir en todas las direcciones para proclamar que el mal y la muerte no tienen la última palabra, que el amor es más fuerte, que hemos sido liberados y salvados por la victoria pascual del Señor de la historia, que Él nos convoca en la Iglesia, y que quiere aumentar el número de sus discípulos y misioneros en la construcción de su Reino en nuestro Continente” (Aparecida 549).

En nuestra parroquia queremos responder al Papa a Benedicto XVI que “nos ha invitado a una misión evangelizadora que convoque a todas las fuerzas vivas de este inmenso rebaño que es pueblo de Dios en América Latina y el caribe: sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos que se prodigan, muchas veces con inmensas dificultados, para la difusión de la verdad del Evangelio” (551).

En nuestra Arquidiócesis más de 12 mil misioneros, han recibido las dos primeras formaciones. En nuestra parroquia nos preparamos para impartir la segunda formación a unos 180 misioneros e iniciaremos próximamente otra primera formación para los que no pudieron participar en la primera.

¿Quiénes pueden y deben misionar?
Los que participan en comunidades, grupos y movimientos de la parroquia, los que se han iniciado o se están iniciando en la vida cristiana de la parroquia y quieren formarse y comprometerse en la misión, y las personas mayores y enfermas con sus oraciones, también pueden anotarse como misioneros y misioneras.

Jesus es el nuevo ADAN


Rev. P. Manuel Antonio García


El Espíritu quiere que vivamos seducidos por Dios. Por eso iniciamos el camino hacia la Pascua. Iniciamos con el Miércoles de Cenizas un proceso de revisión personal: individual y comunitaria. 40 días como nuestro Maestro Jesucristo en el desierto de esta vida.

En esta Eucaristía que celebramos recobra fuerza la primera predicación de Jesús: "¡Conviértanse!". La vida del hombre sobre la tierra será siempre un combate en contra de la tentación, esfuerzo continuo por convertirse del orgullo, las preocupaciones mundanas superficiales y contra la sexualidad desenfrenada.

Pero lo que viene a continuación es desalentador. En los verdaderos convertidos el cambio sigue en pie, ellos van subiendo cada vez más. Nosotros sin embargo, caemos de nuevo en la mediocridad e incluso en el mal. Nuestra conversión no era en el fondo más que una pequeña fiebre de santidad.

"Crean en la Buena Nueva"…."Los ángeles le servían". Siempre que en la escritura se menciona lo nuevo nos refiere al proyecto creacional de Dios, donde Jesús es el nuevo Adán, pues el primero había dudado de la promesa divina. Es Jesús quien sale vencedor.

Es posible ir al Paraíso donde los ángeles sirven una comida al nuevo Adán, y los animales salvajes forman su corte. Sentido de experiencia espiritual comunitaria cuaresmal.

Como el Espíritu "revoloteaba" en la primera creación, toda nueva creación de vida tiene como clave al Espíritu. Es el que lleva al Pueblo de Dios y a Jesús al desierto, quien, guiado por el Espíritu, se encuentra en el desierto ante su propia verdad, debe enfrentar los retos de la vida con personas envueltas en las terribles prácticas de la malevolencia, la insidia, la crítica y en el juicio duro, despiadado.

Se trata de la lucha por adquirir y cultivar una conciencia pura, contra las posibles desviaciones a que está sometido el camino que vamos a recorrer.

La vida en el Espíritu que nos dan los sacramentos de la Iglesia no es parada, no es nido, sino camino, itinerario que ha de inventarse día a día.

Jesús venció las mismas dificultades que debe superar cualquiera de sus seguidores.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Mensaje de Benedicto XVI para la Cuaresma 2009

"Jesús, después de hacer un ayuno durante cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre" (Mateo 4, 2).

¡Queridos hermanos y hermanas!

Al comenzar la Cuaresma, un tiempo que constituye un camino de preparación espiritual más intenso, la Liturgia nos vuelve a proponer tres prácticas penitenciales a las que la tradición bíblica cristiana confiere un gran valor ! la oración, el ayuno y la limosna ! para disponernos a celebrar mejor la Pascua y, de este modo, hacer experiencia del poder de Dios que, como escucharemos en la Vigilia pascual, "ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes, expulsa el odio, trae la concordia, doblega a los poderosos" (Pregón pascual). En mi acostumbrado Mensaje cuaresmal, este año deseo detenerme a reflexionar especialmente sobre el valor y el sentido del ayuno. En efecto, la Cuaresma nos recuerda los cuarenta días de ayuno que el Señor vivió en el desierto antes de emprender su misión pública. Leemos en el Evangelio: "Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de hacer un ayuno durante cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre" (Mt 4,1-2). Al igual que Moisés antes de recibir las Tablas de la Ley (cfr. Ex 34, 8), o que Elías antes de encontrar al Señor en el monte Horeb (cfr. 1R 19,8), Jesús orando y ayunando se preparó a su misión, cuyo inicio fue un duro enfrentamiento con el tentador.

Podemos preguntarnos qué valor y qué sentido tiene para nosotros, los cristianos, privarnos de algo que en sí mismo sería bueno y útil para nuestro sustento. Las Sagradas Escrituras y toda la tradición cristiana enseñan que el ayuno es una gran ayuda para evitar el pecado y todo lo que induce a él. Por esto, en la historia de la salvación encontramos en más de una ocasión la invitación a ayunar. Ya en las primeras páginas de la Sagrada Escritura el Señor impone al hombre que se abstenga de consumir el fruto prohibido: "De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio" (Gn 2, 16-17). Comentando la orden divina, San Basilio observa que "el ayuno ya existía en el paraíso", y "la primera orden en este sentido fue dada a Adán". Por lo tanto, concluye: "El ‘no debes comer' es, pues, la ley del ayuno y de la abstinencia" (cfr. Sermo de jejunio: PG 31, 163, 98). Puesto que el pecado y sus consecuencias nos oprimen a todos, el ayuno se nos ofrece como un medio para recuperar la amistad con el Señor. Es lo que hizo Esdras antes de su viaje de vuelta desde el exilio a la Tierra Prometida, invitando al pueblo reunido a ayunar "para humillarnos ! dijo ! delante de nuestro Dios" (8,21). El Todopoderoso escuchó su oración y aseguró su favor y su protección. Lo mismo hicieron los habitantes de Nínive que, sensibles al llamamiento de Jonás a que se arrepintieran, proclamaron, como testimonio de su sinceridad, un ayuno diciendo: "A ver si Dios se arrepiente y se compadece, se aplaca el ardor de su ira y no perecemos" (3,9). También en esa ocasión Dios vio sus obras y les perdonó.

En el Nuevo Testamento, Jesús indica la razón profunda del ayuno, estigmatizando la actitud de los fariseos, que observaban escrupulosamente las prescripciones que imponía la ley, pero su corazón estaba lejos de Dios. El verdadero ayuno, repite en otra ocasión el divino Maestro, consiste más bien en cumplir la voluntad del Padre celestial, que "ve en lo secreto y te recompensará" (Mt 6,18). Él mismo nos da ejemplo al responder a Satanás, al término de los 40 días pasados en el desierto, que "no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt 4,4). El verdadero ayuno, por consiguiente, tiene como finalidad comer el "alimento verdadero", que es hacer la voluntad del Padre (cfr. Jn 4,34). Si, por lo tanto, Adán desobedeció la orden del Señor de "no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal", con el ayuno el creyente desea someterse humildemente a Dios, confiando en su bondad y misericordia.

La práctica del ayuno está muy presente en la primera comunidad cristiana (cfr. Hch 13,3; 14,22; 27,21; 2Co 6,5). También los Padres de la Iglesia hablan de la fuerza del ayuno, capaz de frenar el pecado, reprimir los deseos del "viejo Adán" y abrir en el corazón del creyente el camino hacia Dios. El ayuno es, además, una práctica recurrente y recomendada por los santos de todas las épocas. Escribe San Pedro Crisólogo: "El ayuno es el alma de la oración, y la misericordia es la vida del ayuno. Por tanto, quien ora, que ayune; quien ayuna, que se compadezca; que preste oídos a quien le suplica aquel que, al suplicar, desea que se le oiga, pues Dios presta oído a quien no cierra los suyos al que le súplica" (Sermo 43: PL 52, 320, 332).

En nuestros días, parece que la práctica del ayuno ha perdido un poco su valor espiritual y ha adquirido más bien, en una cultura marcada por la búsqueda del bienestar material, el valor de una medida terapéutica para el cuidado del propio cuerpo. Está claro que ayunar es bueno para el bienestar físico, pero para los creyentes es, en primer lugar, una "terapia" para curar todo lo que les impide conformarse a la voluntad de Dios. En la Constitución apostólica Pænitemini de 1966, el Siervo de Dios Pablo VI identificaba la necesidad de colocar el ayuno en el contexto de la llamada a todo cristiano a no "vivir para sí mismo, sino para aquél que lo amó y se entregó por él y a vivir también para los hermanos" (cfr. Cap. I). La Cuaresma podría ser una buena ocasión para retomar las normas contenidas en la citada Constitución apostólica, valorizando el significado auténtico y perenne de esta antigua práctica penitencial, que puede ayudarnos a mortificar nuestro egoísmo y a abrir el corazón al amor de Dios y del prójimo, primer y sumo mandamiento de la nueva ley y compendio de todo el Evangelio (cfr. Mt 22,34-40).

La práctica fiel del ayuno contribuye, además, a dar unidad a la persona, cuerpo y alma, ayudándola a evitar el pecado y a acrecer la intimidad con el Señor. San Agustín, que conocía bien sus propias inclinaciones negativas y las definía "retorcidísima y enredadísima complicación de nudos" (Confesiones, II, 10.18), en su tratado La utilidad del ayuno, escribía: "Yo sufro, es verdad, para que Él me perdone; yo me castigo para que Él me socorra, para que yo sea agradable a sus ojos, para gustar su dulzura" (Sermo 400, 3, 3: PL 40, 708). Privarse del alimento material que nutre el cuerpo facilita una disposición interior a escuchar a Cristo y a nutrirse de su palabra de salvación. Con el ayuno y la oración Le permitimos que venga a saciar el hambre más profunda que experimentamos en lo íntimo de nuestro corazón: el hambre y la sed de Dios.

Al mismo tiempo, el ayuno nos ayuda a tomar conciencia de la situación en la que viven muchos de nuestros hermanos. En su Primera carta San Juan nos pone en guardia: "Si alguno que posee bienes del mundo, ve a su hermano que está necesitado y le cierra sus entrañas, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?" (3,17). Ayunar por voluntad propia nos ayuda a cultivar el estilo del Buen Samaritano, que se inclina y socorre al hermano que sufre (cfr. encíclica Deus caritas est, 15). Al escoger libremente privarnos de algo para ayudar a los demás, demostramos concretamente que el prójimo que pasa dificultades no nos es extraño. Precisamente para mantener viva esta actitud de acogida y atención hacia los hermanos, animo a las parroquias y demás comunidades a intensificar durante la Cuaresma la práctica del ayuno personal y comunitario, cuidando asimismo la escucha de la Palabra de Dios, la oración y la limosna. Este fue, desde el principio, el estilo de la comunidad cristiana, en la que se hacían colectas especiales (cfr. 2Co 8-9; Rm 15, 25-27), y se invitaba a los fieles a dar a los pobres lo que, gracias al ayuno, se había recogido (cfr. Didascalia Ap., V, 20,18). También hoy hay que redescubrir esta práctica y promoverla, especialmente durante el tiempo litúrgico cuaresmal.

Lo que he dicho muestra con gran claridad que el ayuno representa una práctica ascética importante, un arma espiritual para luchar contra cualquier posible apego desordenado a nosotros mismos. Privarnos por voluntad propia del placer del alimento y de otros bienes materiales, ayuda al discípulo de Cristo a controlar los apetitos de la naturaleza debilitada por el pecado original, cuyos efectos negativos afectan a toda la personalidad humana. Oportunamente, un antiguo himno litúrgico cuaresmal exhorta: "Utamur ergo parcius, / verbis, cibis et potibus, / somno, iocis et arctius / perstemus in custodia - Usemos de manera más sobria las palabras, los alimentos y bebidas, el sueño y los juegos, y permanezcamos vigilantes, con mayor atención".

Queridos hermanos y hermanas, bien mirado el ayuno tiene como último fin ayudarnos a cada uno de nosotros, como escribía el Siervo de Dios el Papa Juan Pablo II, a hacer don total de uno mismo a Dios (cfr. encíclica Veritatis Splendor, 21). Por lo tanto, que en cada familia y comunidad cristiana se valore la Cuaresma para alejar todo lo que distrae el espíritu y para intensificar lo que alimenta el alma y la abre al amor de Dios y del prójimo. Pienso, especialmente, en un mayor empeño en la oración, en la lectio divina, en el Sacramento de la Reconciliación y en la activa participación en la Eucaristía, sobre todo en la Santa Misa dominical. Con esta disposición interior entremos en el clima penitencial de la Cuaresma. Que nos acompañe la Beata Virgen María, Causa nostræ laetitiæ, y nos sostenga en el esfuerzo por liberar nuestro corazón de la esclavitud del pecado para que se convierta cada vez más en "tabernáculo viviente de Dios". Con este deseo, asegurando mis oraciones para que cada creyente y cada comunidad eclesial recorra un provechoso itinerario cuaresmal, os imparto de corazón a todos la Bendición Apostólica.
BENEDICTUS PP. XVI
CIUDAD DEL VATICANO, martes, 3 de febrero de 2009 (ZENIT.org).-

En la casa de Pedro



Rev. P. Manuel Ant. García


En Cafarnaún, región de gentiles, es proclamado algo impensable. Esto ocurrió cuando Jesús se puso a enseñar en casa de San Pedro, donde solía hospedarse.

En dicha casa Jesús está evangelizando compartiendo la mesa: pronuncia la palabra de perdón con tal autoridad y dirigiéndose al paralítico le dice imperiosamente: Levántate, o lo que es lo mismo: Resucita.

NO SE CONCIBE EN LA ANTIGÜEDAD: alojamiento en casa sin enseñanza de la Palabra, comida y hospitalidad.

Jesucristo encomienda a su Iglesia esta misión suya para que la lleve a cabo a través de los tiempos y en todas las partes. Misión a la que todos hemos sido llamados por el Bautismo en la fuerza permanente de su Espíritu.

La Iglesia ha institucionalizado el perdón en un sacramento, unido a la proclamación del Evangelio, que es la misión primera y esencial. Es que perdón y sanación van de la mano.

La forma actual del perdón, la confesión, con su rito personal y comunitario, requiere de alguna forma conocer y juzgar la disposición del penitente, además de que para recibir el perdón es necesario el perdonar en verdad a los demás.

La Iglesia, ya desde los tiempos de la Carta de Santiago, ha confesado su fe y su esperanza en esta salvación del alma y del cuerpo, al practicar la unción de los enfermos, sacramento que tiene un carácter penitencial y cuyo efecto es el perdón de los pecados y el alivio de la enfermedad.

La Eucaristía que celebramos, es la fiesta de ese perdón de reconciliación en la paz de los hijos de Dios en Jesucristo, cuyo sentido sólo podemos realizar y dar a conocer a los demás con las exigencias del evangelio.

LOS ESPERO EN EL SANTO VÍA CRUCIS, TODOS LOS VIERNES.

Miércoles de Ceniza, inicio de la cuaresma, llamada y bendición de Dios

Mons. Pablo Cedano Cedano

La Iglesia Católica estableció en su calendario litúrgico la celebración de la Santa Cuaresma de modo semejante a como la celebramos hoy, a partir del siglo IV por un período de 40 días que se inicia el Miércoles de Ceniza y concluye el Jueves Santo con la celebración de la Ultima Cena.

La Cuaresma es un tiempo especial en el cual Dios nos llama a una confrontación de vida personal y comunitaria a la luz de su amor que ni se agota ni falla, porque El es fiel a su amor aun cuando nosotros no le correspondamos.

La Iglesia asumió el período de 40 días por ser un número bíblico que nos recuerda los 400 años de esclavitud del pueblo de Israel en Egipto y su liberación de parte de Dios a través de Moisés que cruzó con su pueblo el Mar Rojo y atravesó el desierto, los 40 días de camino de Elías hasta el Monte Horeb y los 40 días de Jesús en el desierto en ayuno y penitencia preparándose para iniciar su misión por todo su país con proyección universal.

Siempre ha sido multitudinaria la asistencia a los templos parroquiales y a las capillas los Miércoles de Ceniza. Como es tradición de la Iglesia, ese día se bendice y se impone la Ceniza en la frente de los feligreses, como inicio de la Cuaresma, con ánimo de vivir el espíritu de este tiempo que con ayuno, revisión sobre nuestro modo de vivir la fe y el compromiso como cristiano, pedir perdón por los mandamientos quebrantados y renovar nuestro amor a Dios y al prójimo para celebrar con gozos la resurrección del señor en la Vigilia Pascual y todos los días de nuestra vida.

La Ceniza que utilizamos es extraída de los ramos de palmas del Domingo de Ramos del año anterior que se queman el día precedente a la celebración. Al imponerla en la frente de cada bautizado le decimos al mismo tiempo: Conviértete y cree en el evangelio.

El sentido de la Ceniza
es que, así como se destruyen los ramos de palma al quemarlos y se convierten en Ceniza que acaba desapareciendo, así han de destruirse nuestros pecados que desaparecen por el arrepentimiento, el perdón y entrega del pecador, que se pone al servicio de Dios.

Los católicos no celebramos la Cuaresma como cuaresma en sí, sino como preparación espiritual que nos permite participar santamente en la gran fiesta de la pascua de resurrección de Jesucristo como la mayor prueba de que El es el Hijo de Dios que vino a traernos un mensaje de Amor y de Salvación.

En este sentido, nos preparamos practicando la caridad, ayunando, participando en los retiros, vía crucis, rezando el rosario, confesando y comulgando, privándose de comer carne el miércoles de ceniza, los viernes de cuaresma y el Viernes Santo.

Es importante aprovechar este tiempo de gracia y bendición recordando este mensaje de Jesús “estén preparados, pues no saben el día ni la hora en que se le tocará a la puerta”.

lunes, 16 de febrero de 2009

Salvando en la unidad del alma y el cuerpo



Rev. P. Manuel Antonio García


Se manifiesta Jesús salvando, sanando, liberando de una de las mayores miserias humanas: este hombre sufre doblemente... su cuerpo está duramente afectado... y es repudiado por todos...

Enternecido ante este hombre, Jesús extiende la mano y le toca...

Como enfermedad contagiosa, la lepra exigía aislar al enfermo del resto de las personas. El enfermo se presenta en actitud de súplica. Jesús lo cura con un "gesto" y una "palabra".

La palabra de Jesús es capaz de crear comunidad allí donde hay marginación.

Jesús elimina toda actitud que excluya o margine y se acerca a todos los hombres que la sociedad civil o religiosa margina: endemoniados, leprosos, publicanos. A la huida o separación contrapone el encuentro que salva, y quiere que el enfermo quede reincorporado a la comunidad. Es necesario su silencio y el cumplimiento de las leyes para que dé testimonio de su verdadera recuperación como miembro del Pueblo de Dios.

Esta es la experiencia comunitaria sacramental de la proclamación-enseñanza del Reino de Dios y el poder curativo de Jesús. Pero a la gente le interesa sólo lo segundo, pero no la realidad que implica la predicación del Reino que exige cambio de mentalidad y de comportamiento.

La gente está más interesada en un Jesús milagroso que le solucione sus problemas, que en el proyecto del mismo Jesús: las exigencias de vivir la comunidad.

Sólo en la experiencia litúrgica Eucarística se desvela "El secreto mesiánico". Antes de la experiencia pascual, Jesús no quiere que se divulgue su fama, porque eso podría ocasionar que la gente entendiera su mesianismo como un populachero, ruidoso, emocional, espectacular, impositivo, dominante y poderoso, como esperaban muchos.

Pero el leproso no puede callar, sino todo lo contrario: de hecho, el que ha sido salvado por Jesús es imposible que calle. Y su fama, la explosión de Galilea, la incomprensión, la persecución, el abandono por parte de los que sólo buscan milagros, la traición es imparable.

Jesús mantendrá hasta la hora de su Pasión, anunciado en la Santa Misa.

¿Que es la Misión Continental?


Diac. Ferddy Vargas


La Misión Continental es una continuación de la Gran Misión de Cristo, que El entregó a la Iglesia como don, tarea y mandato desde su Resurrección hasta que El vuelva gloriosamente. Es una manera concreta de realizar hoy, en la situación actual de nuestros pueblos y con métodos y estrategias de nuestro tiempo, la misma y única misión de Cristo Jesús.
“Como el Padre me envió”

La palabra misión y misionero vienen de una palabra latina que significa enviar. De ahí que misionero quiere decir “enviado”. Jesucristo es el primer misionero del Padre, porque Él es el enviado del Padre para realizar su plan de salvación.

En la Parroquia El Buen Pastor nos estamos preparando para salir a misionar casa por casa; un grupo de 64 misioneros tomamos ya la primera formación y nos preparamos para tomar la segunda.

¿Quienes están llamados?

Todos los bautizados y bautizadas, por nuestro bautismo estamos llamados a extender el Reino de Dios, para que todos los hombres conozcan su plan de salvación y su amor por nosotros.

A Misionar con Jesús y María

El pecado ata y mata, el amor libera y da vida

Mons. Pablo Cedano Cedano


El pecado es toda acción del hombre que le tuerce la vida, y como Adán y Eva en el Paraíso, se queda sin rumbo por haberse desviado del camino de Dios desobedeciendo sus mandatos que nos guían por el camino del bien.

Pecado es el abandono de Dios, de la familia, hacerse daño a uno mismo o a otros, vivir para el placer desordenado y sin respeto a las demás personas; creerse dueño de todos sus antojos y de lo que no le pertenece; vivir de la mentira y de la calumnia; manchar su conciencia y su corazón sin importarle ni Dios ni las personas…

Da la impresión que hay muchas personas que no tienen conciencia de lo que es pecado; que para otros sólo hay dos pecados: el de matar y robar; otros saben cuando pecan y con qué pecan, pero se dejan atar y mueren por su pecado, o andan de brinco en brinco confesándose hoy y mañana repitiendo el mismo pecado.

Para descubrir y tener conciencia del pecado hace falta descubrir primero el amor que Dios tiene por mí, y que Él sólo quiere mi bien y mi felicidad como Padre de amor que me cuida y protege.

Cuando medimos nuestra vida a la luz de ese amor, descubrimos fácilmente nuestros pecados, y sea cual sea nuestra situación, pedir perdón y enmendar nuestra vida se nos convierte en una necesidad,

El amor de Dios nos libera y nos da gozo y vida, alegría, esperanza y deseo de iniciar una vida nueva en Jesucristo, descubriendo el verdadero sentido de la vida y nuestra vocación a la santidad como hijos de Dios y de la Iglesia.

La Salvación no es exclusiva, es para todos


Mons. Cedano Cedano


En una ocasión Jesús expresó: Yo he venido a la tierra a cumplir la voluntad de Dios. Y su voluntad es que todos los hombres se salven, y que ni uno sólo se pierda. Después de resucitado se apareció a los Apóstoles y les dijo: Vayan por todo el mundo, prediquen el Evangelio, hagan discípulos y bautícenlos, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo (Mateo 28, 18-20).

El Papa Juan Pablo II en su Encíclica Redemptoris Missio (Misión del Redentor) dijo: Nunca como hoy la Iglesia ha tenido la oportunidad de hacer llegar el Evangelio, con testimonio y palabra, a todos los hombres y a todos los pueblos. Veo amanecer una nueva época misionera que llegará a ser un día radiante y rica en frutos, si todos los cristianos responden con generosidad y santidad a las solicitaciones y desafíos de nuestro tiempo.

En la misma Encíclica, el Papa viajero se presenta él mismo como primer responsable de la misión universal de la Iglesia, con la compañía de todos los Obispos, como Colegio Apostólico, y de los Sacerdotes, Diáconos, personas de Vida Consagrada y laicos, o sea, todos los bautizados con sus ministerios específicos.

El Papa expresa además, que desde el mismo inicio de su pontificado, se propuso recorrer el mundo como misionero de la Iglesia Universal, lo cual Dios le permitió cumplir con sus más de 100 viajes por los cinco continentes.

La V Conferencia Latinoamericana había sido convocada por Juan Pablo II, la cual probablemente se celebraría en Roma, debido a su delicado estado de salud, para que pudiera presidirla, sin embargo, aunque el Señor lo llamó antes de ese evento, sus deseos misioneros se están cumpliendo en nuestro Continente con el compromiso de todos los bautizados que, obedientes y en comunión con el Papa Benedicto XVI y nuestros Obispos y Sacerdotes, nos preparamos para que así “Con Cristo en el Corazón y en la mente evangelizar el Continente.

De nuestra parroquia hay 70 misioneros que están concluyendo hoy su 2da. formación en el Seminario Santo Tomás de Aquino, para misionar en nuestra parroquia, y formar a otros 400 candidatos a misioneros que serán enviados.

Esperamos que todas las personas activas de la parroquia se anoten en la oficina parroquial y reciban las formaciones correspondientes, en la disponibilidad de ser enviados a evangelizar.

Los misioneros serán enviados por la parroquia, portarán un distintivo que los identificará y llevarán un mensaje que compartirán brevemente con cada familia, e invitarán a participar por la noche en una casa de familia, o en algún centro de misión donde compartirán gozosamente un mensaje de Dios.

jueves, 12 de febrero de 2009

La Gran Misión Continental en la parroquia El Buen Pastor


Mons. Pablo Cedano Cedano

Pasos a dar:


1) Partir de los18 sectores en los que está dividida la parroquia.
2) Dar las formaciones correspondientes a los 250 misioneros y misioneras que necesitamos.
3) Recabar los fondos necesarios para los gastos que conlleva la Misión.
4) Hacer Publicidad.
5) Buscar casas o centros de Misión.
6) Escoger los coordinadores de la misión.
7) Buscar colaboradores de la Misión.
8) Buscar Formadores de los misioneros.
9) Adquirir los libros para la Misión.
10) Realizar la Misión.

Organización:


1) Los misioneros se dividirán y enviarán en grupos de 2 o 3 personas.
2) Visitarán con un distintivo especial las casas y apartamentos, dejarán breve mensaje durante dos o tres minutos y entregarán una breve carta de invitación del párroco e invitarán a la casa o lugar de la misión.
3) Luego habrá un retiro con los que hayan participado, a lo cual le seguirán otras charlas de mucho interés para los que quieran organizarse en comunidad.

Resultados deseados:

Que todos tengan un profundo encuentro con Jesucristo, organicen su vida cristiana personal y en comunitariamente para que empiecen a disfrutar en comunión de las gracias y bendiciones de Dios y coronen su vida participando con Cristo en la casa de Dios.

“Con Cristo en el corazón evangelicemos la parroquia El Buen Pastor”

¿En que consiste la Misión Continental de la Iglesia Latinoamericana?


Rev. P. Manuel Antonio García

Las obras de poder en el Evangelio son siempre una enseñanza que lleve a compromiso de servicio o lo que es lo mismo, seguir a Jesús, evangelizar o misionar.

La suegra de Pedro, curada de la fiebre, se levantó y comenzó a servir. Esta mujer representa a la Iglesia-humanidad.

"Servir", para los griegos, era una acción indigna. La dignidad era dominar, no servir. El fin del hombre es conseguir el perfecto desarrollo de su personalidad, no el servicio al prójimo.

El Papa Benedicto XVI hace acopio de la petición de los Obispos latinoamericanos en Aparecida de relanzar la misión de la iglesia con todas sus consecuencias verdaderamente humanas, para que todos los hombres participemos de la Eucaristía que sana.

No se trata de evangelizar por gusto, porque me dieron un espacio de realización humana, y los demás me reconocen, un pasatiempo en mis ratos libres y eso llena esto mi existencia aburrida, o por negocio, en búsqueda de ganancias pecuniarias.

La misión de la iglesia de evangelizar consiste:
  • Llevar la palabra de Dios para que responda a la pregunta del hombre, y que este sea en consecuencia sea responsable.
  • Asumir la existencia humana de acuerdo al Evangelio con esperanza
    Tener misericordia con los más débiles
  • Interpelar a los que no quieren problemas de compromiso eclesial
  • Llevar a todas partes la locura del Altar de la cruz del amor a los enemigos

Jesús vive totalmente entregado a su tarea evangelizadora, pero se resaltan los ratos largos y continuos para retirarse a orar.

Los discípulos misioneros aprendemos a compaginar la vida activa con la vida de oración y recogimiento donde cambia Jesús el corazón y nos pide lo que quiere de nosotros. Este cambio se produce de manera privilegiada en la Oración Litúrgica y en la Santa Misa.

Vida de discípulos en oración y de misioneros en el servicio de la Iglesia para el mundo.

NO ASPIRAMOS A POCA COSA

"Ustedes será mis testigos (Hechos 1,8)



Mons. Pablo Cedano Cedano

Mientras cunde el temor y crece la depresión ante el derrumbe económico de las grandes naciones por el mal manejo de las economías a nivel mundial, la Iglesia con su soporte divino sigue creciendo incesantemente, pues no se cansa de sembrar la semilla del Evangelio, especialmente en esta hora de misión continental con los millones de misioneros que a partir de marzo 2009, serán enviados a visitar casa por casa, familia por familia, comunidad por comunidad a todo el pueblo de Dios, para dejar un mensaje de paz de de fraternidad y de esperanza como fieles testigos del amor de Jesucristo.

En este sentido, La Iglesia, lejos de pronosticar un año de crisis en su institución, anuncia un año de crecimiento, ya que su mística está apoyada en la fe, en la fuerza del Espíritu Santo y en Jesús que en el amor del Padre nos acompaña siempre.

En este tiempo de Misión Continental, seguiremos las pautas de Jesús que, reunido en un monte alto con sus discípulos momentos antes de su Ascensión al cielo, les dijo:

Ustedes recibirán la fuerza del Espíritu Santo cuando venga sobre, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los extremos de la tierra (Hechos 1,8).

Testigo es el que da fe, sobre lo que ha visto o presenciado, sea a favor o en contra de alguien. Jesús es llamado el testigo fiel (Apc. 1,5;, 3,14).

Los Apóstoles son testigos de la vida de Jesucristo, y de su resurrección (Lc. 24, 48; Hechos 1,8.21-26). El cristiano debe dar testimonio de su fe y de su esperanza con su vida (GS).

Apreciadas familias, ustedes también con igual derecho, como bautizados y bautizadas, están llamadas a ser testigos permanentes de Jesús. Cuando ustedes priorizan sus deberes de esposos y de padres y viven su vocación de familia, ustedes están siendo testigos de Jesús.

Cuando ustedes bautizan a sus hijos y más tarde los preparan para su Primera Comunión y la Confirmación, ustedes están siendo testigos de Jesucristo.

Cuando van en familia los domingos a la Misa, cuando educan bien a sus hijos, cuando los envían a la escuela o colegio, cuando son medidos en su trabajo y en cualquier otro lugar y ponen fe en todo lo que hacen, ustedes están siendo testigos de Jesucristo, y con todos los misioneros pueden gritar: “Con Cristo en el Corazón Evangelizamos la Nación”.

La enseñanza de Jesús Maestro


Rev. P. Manuel Antonio García

Jesús Maestro, como dice la gente sin instrucción, “hablaba” con autoridad a las muchedumbres y esto era un auténtico escándalo, que levantaba el asombro y la polémica, la fe y la contradicción.

Los que creían en él decían: "Tú tienes palabras de vida eterna". Y los que no creían le llamaban loco y endemoniado.

Jesús no enseñaba como los letrados y rabinos que enseñaban en Israel por oficio con réditos económicos y de prestigio. Su oficio era leer lo que estaba escrito y repetir lo que ellos habían aprendido antes en las escuelas, administrar las verdades y creencias adquiridas, lo que siempre se había dicho. Su magisterio era conservador, legalista y ritualista. Se olvidaban del espíritu, y mataban del aburrimiento. Por eso no asombraban a nadie.

La enseñanza del Maestro es una revelación progresiva de su persona, manifiesta en los Sacramentos de la Iglesia, resultando en unidad su enseñanza, su poder para liberar del mal y el anuncio de su pasión, muerte y resurrección.

La Iglesia, Madre y Maestra escucha y se nutre de la Palabra Encarnada en la Cruz del Altar, para con plena libertad, según la tradición viva y vivificante, custodiada en el depósito de la ortodoxia.

La Iglesia denuncia y renuncia a los demonios actuales: la ambición de poder y de dinero, la manipulación de los medios de comunicación, la violencia y el comercio con la sexualidad, las envidias, rencores e incomprensiones a todos niveles.

¿Cómo recibimos y enseñamos nosotros el Evangelio?

Se nos pide una respuesta vivencial de seguimiento en el Espíritu. Conexión con la Palabra Sacramental, verdaderamente divina y sorprendente en la fuerza de la autoridad que destruye a los malos espíritus.

Hemos de recuperar la capacidad de asombrarnos ante el Evangelio del, que supone un camino, un itinerario, que no permite instalarse, donde no hay autosalvación, sino entrega. Lo contrario es no estar dispuesto, por apegos, pereza o por miedo, a enfrentarse por sí mismo y a compartir con Jesús y con los demás los riesgos y peligros del Evangelio.

Renovemos nuestro compromiso eclesial…

Llamados a vivir en comunión

Mons. Pablo Cedano Cedano

Partimos de Dios que vive en su esencia divina la comunión trinitaria basa en el amor del Padre del hijo y del Espíritu Santo, Dios Santo Trino y Uno.

En una ocasión en que Jesús estaba con sus discípulos les habló de su ida a la casa del Padre a prepararles un lugar y que luego volvería por ellos, Felipe le dijo: Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta. A esto respondió Jesús, Felipe el que me ve a mi ve al Padre. ¿Cómo es que dices: Muéstranos al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? (Juan 14, 8 8-10)

El primer capitulo del Catecismo de la Iglesia Católica, nos enseña la Iglesia, el deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no deja de atraer al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar (No. 27).

Por otra parte el Vaticano II, en su documento Gaudium et Spes 91,1, nos dice: La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la comunión con Dios. El hombre es invitado al diálogo con Dios desde su nacimiento; pues no existe sino porque, creado por Dios por amor, es conservado siempre por amor, y no vive plenamente según la verdad si no reconoce libremente aquel amor y se entrega a su Creador.

Hecho a imagen y semejanza de Dios, el hombre por creación y nacimiento posee la facultad de amar y vivir en comunión consigo mismo, con Dios, con los demás y con toda la creación que Dios ha puesto en sus manos para que la desarrolle y le glorifique (cf. Genesis 1, 28).

En este sentido, rota esta comunión por el pecado de nuestros primeros padres, Dios se muestra misericordioso, e inicia un proceso de reencuentro llamando a Abrahán y prometiéndole descendencia más numerosa que las estrellas del cielo, pues ambos eran viejos y no tenían hijos.
No obstante la esclavitud de Egipto por más de 400 años, Dios recupera a su pueblo, lo lleva al desierto camino hacia la tierra de promisión y, al pié del monte Sinaí, le da la tabla de los diez mandamientos a fin de mantener la comunión como hemos dicho antes.

Los profetas enviados por Dios a su Pueblo, animaban la presencia de Dios que les acompañaba, y les advertían las consecuencias negativas de la violación de los mandamientos. Pero es en Jesús y Maria cuando adquirimos nuevamente a plenitud la comunión, vinculo de unión entre Dios y el hombre, el hombre consigo mismo, entre sí y con la creación (cf. Exodo 24).

Con la muerte y Resurrección de Jesucristo y los Sacramentos, especialmente Eucaristía, tocamos el cielo, ya que él vino a hacerse uno con nosotros para que nosotros, en el Hijo y el Espíritu Santo, viviéramos la comunión a plenitud.

¿Como anda tu comunión con relación a Dios, contigo mismo, con tu familia, con la comunidad y con el medio ambiente que nos acoge? Según esto, Autoanalízate y verás que esto medirá el grado de tu paz y tu felicidad.

María: la orante perfecta


Diac. Freddy Vargas


María es la orante perfecta, figura de la Iglesia. Cuando le rezamos, nos adherimos con ella al designio del Padre, que envía a su Hijo para salvar a todos los hombres.

Como el discípulo amado, acogemos a la Madre de Jesús (cf Jn 19,27), hecha madre de todos los vivientes. Podemos orar con ella y a ella.

La oración de la Iglesia está sostenida por la oración de María. La Iglesia se une a María en la esperanza (cf LG 68-69). (María nos acompaña en la oración. Ella nos lleva a Jesús, y Jesús a Dios Padre, en el Espíritu Santo).

Recordemos lo que nos enseña el Papa: que el rosario y la devoción a María es Cristología porque nos hace meditar los misterios del Señor; y trinitaria, porque nos lleva por medio de su Hijo al trato íntimo con las tres Personas de la Santísima Trinidad. Por eso es una oración sencilla y profunda a la vez.

En esta etapa de evangelización; agarremos nuestro Rosario, unámonos todos, y con María a remar mar adentro en esta misión continental.

La persona de Jesús, El Maestro de Galilea


Rev. P. Manuel Antonio García


Todo este 2009 nos acompaña los Domingos, el Evangelio de San Marcos, tan propio del Ciclo B litúrgico. Se destaca por encima de todo, la vida y muerte de nuestro Señor Jesucristo en clave pascual, sustentado esto en sus palabras y obras que tiene como centro:

El reinado de Dios.

Jesús, es a la vez el mensaje y el mensajero del Reino que pide mucho más que cambiar de conducta o adherirse a una doctrina. Convertirse significa para los discípulos misioneros cambiar la mente, el corazón, el vivir desde Cristo.

Nada hay tan urgente y apremiante como la conversión al reinado de Dios que pide escuchar la llamada de Jesús, abandonar las seguridades a y dejarlo todo para seguirle.

El documento de Aparecida en el N. 131 nos aclara este punto: “El llamamiento que hace Jesús, el Maestro, conlleva una gran novedad". En la antigüedad, los maestros invitaban a sus discípulos a vincularse con algo trascendente, y los maestros de la Ley les proponían la adhesión a la Ley de Moisés. Jesús invita a encontrarnos con Él y a que nos vinculemos estrechamente a Él, porque es la fuente de la vida (Cf. Jn 15, 5-15) y sólo Él tiene palabras de vida eterna (Cf. Jn 6, 68).
En la convivencia cotidiana con Jesús y en la confrontación con los seguidores de otros maestros, los discípulos pronto descubren dos cosas del todo originales en la relación con Jesús. Por una parte, no fueron ellos los que escogieron a su maestro fue Cristo quien los eligió. De otra parte, ellos no fueron convocados para algo (purificarse, aprender la Ley…), sino para Alguien, elegidos para vincularse íntimamente a su Persona (Cf. Mc 1, 17; 2, 14)”.

San Marcos siempre nos va a presentar a Jesús con sus discípulos, personas concretas, esforzadas y valientes. El Maestro llama y pide una decisión que será la raíz y fundamento de la dirección de toda su vida.

El discípulo no discute, no negocia con el maestro, simplemente obedece y sigue, porque la presencia de Jesús se asegura en el mundo mediante la presencia de los discípulos.

Mensaje del de Paz del Papa Benedicto XVI

Mons. Pablo Cedano Cedano

El tema del Mensaje Papal habla por sí solo: Combatir la Pobreza, Construir la Paz. Indica de entrada, que no es pasible la paz en un sistema que evidencia y mantiene la pobreza de la cual se alimentan los políticos que tienen sobrada habilidad para lograr sus intereses personales, evadiendo generalmente la agenda para el bien común.

Como es palpable y fácil de entender, la pobreza y la paz se repelen. Ante la realidad latinoamericana y del Caribe, el Papa expresa su preocupación por “ha creciente entre ricos y pobres de una nación a otras y dentro de cada nación, lo cual debe plantela extrema pobreza en que viven poblaciones enteras”, y observa la “brecarse como un problema de conciencia de toda la humanidad”.

El Papa toca el tema de la globalización la cual debe tener en cuenta la dimensión espiritual y moral ya que todos compartimos un mismo proyecto divino que conlleva la vocación y la responsabilidad común de construir una familia. No basta, dice el Papa, enfrentar solamente los problemas económicos, pues hay otros de dimensión moral y espiritual, ya que cualquier pobreza lleva a irrespetar la dignidad trascendental de la persona humana.

El desarrollo equilibrado es el nuevo nombre de la paz, afirma el Papa, a la vez que aboga por el desarme cuyo costo debe emplearse para el desarrollo de los pueblos que sufren, y que se ven aún más amenazados por la crisis alimentaría que exige luchar solidariamente en contra de la pobreza a través de una globalización entre los mismos países ricos y pobres de manera que responda a los intereses de la gran familia humana.

Refiriéndose a la crisis económica mundial, el Papa observa la necesidad de manejar la economía en base al bien común a largo plazo, la urgencia de invertir en la formación de las personas, y el desarrollo de manera integrada para una cultura de iniciativa.

Por otra parte, el Papa señala que la globalización ha de ser dirigida con justicia y sabiduría, indicando que la desproporción actual es de orden cultural, político, moral y espiritual.

En su Mensaje el Papa indica que la Iglesia, como es evidente, se ha preocupado siempre y en todo lugar por los más pobres siguiendo el testimonio y mandato de su maestro y fundador, Jesucristo.

Finalmente, nos invita a ensanchar el corazón frente a las necesidades de los más pobres y a construir la paz combatiendo la pobreza.

¿Cómo y a quién es que tenemos que seguir?


Rev. P. Manuel Antonio García

La Eucaristía nos da la respuesta: "Este es el Cordero de Dios", para seguir, vivir y quedarse con El.

¿Qué vieron los primeros discípulos en Jesús para abandonar al Bautista y seguirle?

Experimentaron un encuentro personal y comunitario con Cristo Jesús, el cordero Dei, expresión propia de la hora del sacrificio a la misma hora y con el mismo sentido que se sacrificaban los corderos pascuales.

La palabra cordero significa para un pueblo de pastores, "uno de nosotros", y su sangre indica salvación de la muerte de Egipto y les abrió el camino de la libertad.

La llamada, la vocación es toma de conciencia del proyecto de Dios en nuestra vida, tal como lo hicieron Abraham, Moisés, Samuel, Jeremías, la Virgen María, Pablo de Tarso y tantos apóstoles, profetas y santos de todos los tiempos.

Hay tantas vocaciones terrenas, padre, obrero, sacerdote, empleada de hogar, patrono o ama de casa, que llevan a la vocación definitiva del camino hacia Dios como vocación fundamental.

Esta fue la respuesta de los primeros discípulos de Jesús:

1. Creer se expresa por el seguimiento, insertados en un pueblo inmenso de testigos que constituye la Iglesia para vivir según las indicaciones de sus pastores.

2. Ser Discípulo es también ser misioneros que hablan a otros de Jesús y conducirlos a El, como hace San Andrés, EL PROTOKLITO, el primer llamado, que anuncio a su hermano Simón Pedro al Mesías, o los lazos de la amistad o de la tierra, como en el caso de San Felipe y San Natanael.

Necesitamos todos, experiencia de Dios. La fe comienza con la experiencia en la vida de cada día con Jesús. Si bien es cierto que hay EQUIVOCACIONES de nuestra parte, nunca de Dios se trata de un camino con dificultades.

Que el Apóstol San Andrés y los primeros llamados nos enseñe a seguir a Jesús con prontitud (Cf. Mateo 4, 20; Marcos 1, 18), a hablar con entusiasmo de Él a todos aquellos con los que nos encontramos, y sobre todo a cultivar con Él una relación de auténtica familiaridad, conscientes de que sólo en Él podemos encontrar el sentido último de nuestra vida y de nuestra muerte.


Con Cristo en el corazón realicemos la Misión Continental



La Misión se está preparando y se realizará a nivel continental, porque el objetivo trazado en Aparecida, Brasil, por el Papa, y los Cardenales, Obispos, Sacerdotes y laicos que colaboraron, fue evangelizar a todo el Continente Latinoamericano simultáneamente en cada país, en cada pueblo, Arquidiócesis, diócesis, parroquia, sectores y familias, facilitando a cada persona, vivir una profunda experiencia del amor a Dios a los hermanos en comunidad, y al prójimo.

En el Antiguo Testamento se percibe a Dios guiando a su pueblo con exigencia y reglas que hay que cumplir para que todo ande bien y Dios no sea ofendido y no castigue. En cambio en el Nuevo testamento, nos presenta el amor del Padre cuyo amor a sus hijos sobrepasa las barreras de las ofensas, porque, si bien Dios aborrece el pecado, su amor por el pecador es infinito, ya que somos los hijos de su corazón.

El primer paso en el camino de la fe, es sentir el amor que Dios nos tiene, valorizándonos tanto que da el primer lugar a los más pequeños, a los más necesitados, a los enfermos y a los indigentes con los cuales se identifica Jesús hasta decir que todo el bien que se les hace a un necesitado, es como si se lo hicieran a él, y que “aún, vaso de agua dado en su nombre será premiado”.

Dios es amor, nos dice San Juan en su primera carta Cap. 4, v. 8. Nos ama “en las buenas y en la malas”, a mí, a ti y a todos. Su amor se vuelve incomprensible y misericordioso, cuando es capaz de entregar a su propio Hijo sabiendo lo mucho que iba a sufrir desde el pesebre hasta una cruz.

El amor de Dios sobrepasa todas las barreras humanas y cuando, como el Profeta Elías, nos encontramos cansados en el camino de la vida, y creemos que todo se a acabado y que ya no hay nada que hacer, él sale a nuestro encuentro, nos anima, nos levanta y nos hace sentir que en su amor todo es posible.

Cuando nos encontramos solitarios, sin nadie que nos apoye, más aún, sin nadie que nos brinde un poquito de amor y comprensión, o bien, cuando nos encontramos tan embarrados del pecado, que hasta llegamos a creer que no tendremos perdón, él se acerca y nos dice: “Yo no he venido por los justos, sino por los pecadores”.

Durante la Misión tendrás la oportunidad de sentir y vivir el infinito amor que Dios tiene por ti en tu propio hogar y en el Centro de misión de tu sector, porque tú y todos, somos hechura de Dios, cada uno en particular, sin otro igual, con valores, dones y carismas, llamándonos siempre a participar de su amor y caridad hasta la plenitud del reino de su gloria.