Diac. Freddy Vargas
María es la orante perfecta, figura de la Iglesia. Cuando le rezamos, nos adherimos con ella al designio del Padre, que envía a su Hijo para salvar a todos los hombres.
Como el discípulo amado, acogemos a la Madre de Jesús (cf Jn 19,27), hecha madre de todos los vivientes. Podemos orar con ella y a ella.
La oración de la Iglesia está sostenida por la oración de María. La Iglesia se une a María en la esperanza (cf LG 68-69). (María nos acompaña en la oración. Ella nos lleva a Jesús, y Jesús a Dios Padre, en el Espíritu Santo).
Recordemos lo que nos enseña el Papa: que el rosario y la devoción a María es Cristología porque nos hace meditar los misterios del Señor; y trinitaria, porque nos lleva por medio de su Hijo al trato íntimo con las tres Personas de la Santísima Trinidad. Por eso es una oración sencilla y profunda a la vez.
En esta etapa de evangelización; agarremos nuestro Rosario, unámonos todos, y con María a remar mar adentro en esta misión continental.
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