jueves, 12 de febrero de 2009

Con Cristo en el corazón realicemos la Misión Continental



La Misión se está preparando y se realizará a nivel continental, porque el objetivo trazado en Aparecida, Brasil, por el Papa, y los Cardenales, Obispos, Sacerdotes y laicos que colaboraron, fue evangelizar a todo el Continente Latinoamericano simultáneamente en cada país, en cada pueblo, Arquidiócesis, diócesis, parroquia, sectores y familias, facilitando a cada persona, vivir una profunda experiencia del amor a Dios a los hermanos en comunidad, y al prójimo.

En el Antiguo Testamento se percibe a Dios guiando a su pueblo con exigencia y reglas que hay que cumplir para que todo ande bien y Dios no sea ofendido y no castigue. En cambio en el Nuevo testamento, nos presenta el amor del Padre cuyo amor a sus hijos sobrepasa las barreras de las ofensas, porque, si bien Dios aborrece el pecado, su amor por el pecador es infinito, ya que somos los hijos de su corazón.

El primer paso en el camino de la fe, es sentir el amor que Dios nos tiene, valorizándonos tanto que da el primer lugar a los más pequeños, a los más necesitados, a los enfermos y a los indigentes con los cuales se identifica Jesús hasta decir que todo el bien que se les hace a un necesitado, es como si se lo hicieran a él, y que “aún, vaso de agua dado en su nombre será premiado”.

Dios es amor, nos dice San Juan en su primera carta Cap. 4, v. 8. Nos ama “en las buenas y en la malas”, a mí, a ti y a todos. Su amor se vuelve incomprensible y misericordioso, cuando es capaz de entregar a su propio Hijo sabiendo lo mucho que iba a sufrir desde el pesebre hasta una cruz.

El amor de Dios sobrepasa todas las barreras humanas y cuando, como el Profeta Elías, nos encontramos cansados en el camino de la vida, y creemos que todo se a acabado y que ya no hay nada que hacer, él sale a nuestro encuentro, nos anima, nos levanta y nos hace sentir que en su amor todo es posible.

Cuando nos encontramos solitarios, sin nadie que nos apoye, más aún, sin nadie que nos brinde un poquito de amor y comprensión, o bien, cuando nos encontramos tan embarrados del pecado, que hasta llegamos a creer que no tendremos perdón, él se acerca y nos dice: “Yo no he venido por los justos, sino por los pecadores”.

Durante la Misión tendrás la oportunidad de sentir y vivir el infinito amor que Dios tiene por ti en tu propio hogar y en el Centro de misión de tu sector, porque tú y todos, somos hechura de Dios, cada uno en particular, sin otro igual, con valores, dones y carismas, llamándonos siempre a participar de su amor y caridad hasta la plenitud del reino de su gloria.

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