jueves, 12 de febrero de 2009

La persona de Jesús, El Maestro de Galilea


Rev. P. Manuel Antonio García


Todo este 2009 nos acompaña los Domingos, el Evangelio de San Marcos, tan propio del Ciclo B litúrgico. Se destaca por encima de todo, la vida y muerte de nuestro Señor Jesucristo en clave pascual, sustentado esto en sus palabras y obras que tiene como centro:

El reinado de Dios.

Jesús, es a la vez el mensaje y el mensajero del Reino que pide mucho más que cambiar de conducta o adherirse a una doctrina. Convertirse significa para los discípulos misioneros cambiar la mente, el corazón, el vivir desde Cristo.

Nada hay tan urgente y apremiante como la conversión al reinado de Dios que pide escuchar la llamada de Jesús, abandonar las seguridades a y dejarlo todo para seguirle.

El documento de Aparecida en el N. 131 nos aclara este punto: “El llamamiento que hace Jesús, el Maestro, conlleva una gran novedad". En la antigüedad, los maestros invitaban a sus discípulos a vincularse con algo trascendente, y los maestros de la Ley les proponían la adhesión a la Ley de Moisés. Jesús invita a encontrarnos con Él y a que nos vinculemos estrechamente a Él, porque es la fuente de la vida (Cf. Jn 15, 5-15) y sólo Él tiene palabras de vida eterna (Cf. Jn 6, 68).
En la convivencia cotidiana con Jesús y en la confrontación con los seguidores de otros maestros, los discípulos pronto descubren dos cosas del todo originales en la relación con Jesús. Por una parte, no fueron ellos los que escogieron a su maestro fue Cristo quien los eligió. De otra parte, ellos no fueron convocados para algo (purificarse, aprender la Ley…), sino para Alguien, elegidos para vincularse íntimamente a su Persona (Cf. Mc 1, 17; 2, 14)”.

San Marcos siempre nos va a presentar a Jesús con sus discípulos, personas concretas, esforzadas y valientes. El Maestro llama y pide una decisión que será la raíz y fundamento de la dirección de toda su vida.

El discípulo no discute, no negocia con el maestro, simplemente obedece y sigue, porque la presencia de Jesús se asegura en el mundo mediante la presencia de los discípulos.

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