Rev. P. Manuel Antonio García
Todo este 2009 nos acompaña los Domingos, el Evangelio de San Marcos, tan propio del Ciclo B litúrgico. Se destaca por encima de todo, la vida y muerte de nuestro Señor Jesucristo en clave pascual, sustentado esto en sus palabras y obras que tiene como centro:
El reinado de Dios.
Jesús, es a la vez el mensaje y el mensajero del Reino que pide mucho más que cambiar de conducta o adherirse a una doctrina. Convertirse significa para los discípulos misioneros cambiar la mente, el corazón, el vivir desde Cristo.
Nada hay tan urgente y apremiante como la conversión al reinado de Dios que pide escuchar la llamada de Jesús, abandonar las seguridades a y dejarlo todo para seguirle.
El documento de Aparecida en el N. 131 nos aclara este punto: “El llamamiento que hace Jesús, el Maestro, conlleva una gran novedad". En la antigüedad, los maestros invitaban a sus discípulos a vincularse con algo trascendente, y los maestros de la Ley les proponían la adhesión a la Ley de Moisés. Jesús invita a encontrarnos con Él y a que nos vinculemos estrechamente a Él, porque es la fuente de la vida (Cf. Jn 15, 5-15) y sólo Él tiene palabras de vida eterna (Cf. Jn 6, 68).
En la convivencia cotidiana con Jesús y en la confrontación con los seguidores de otros maestros, los discípulos pronto descubren dos cosas del todo originales en la relación con Jesús. Por una parte, no fueron ellos los que escogieron a su maestro fue Cristo quien los eligió. De otra parte, ellos no fueron convocados para algo (purificarse, aprender la Ley…), sino para Alguien, elegidos para vincularse íntimamente a su Persona (Cf. Mc 1, 17; 2, 14)”.
San Marcos siempre nos va a presentar a Jesús con sus discípulos, personas concretas, esforzadas y valientes. El Maestro llama y pide una decisión que será la raíz y fundamento de la dirección de toda su vida.
El discípulo no discute, no negocia con el maestro, simplemente obedece y sigue, porque la presencia de Jesús se asegura en el mundo mediante la presencia de los discípulos.
San Marcos siempre nos va a presentar a Jesús con sus discípulos, personas concretas, esforzadas y valientes. El Maestro llama y pide una decisión que será la raíz y fundamento de la dirección de toda su vida.
El discípulo no discute, no negocia con el maestro, simplemente obedece y sigue, porque la presencia de Jesús se asegura en el mundo mediante la presencia de los discípulos.
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