jueves, 12 de febrero de 2009

¿Cómo y a quién es que tenemos que seguir?


Rev. P. Manuel Antonio García

La Eucaristía nos da la respuesta: "Este es el Cordero de Dios", para seguir, vivir y quedarse con El.

¿Qué vieron los primeros discípulos en Jesús para abandonar al Bautista y seguirle?

Experimentaron un encuentro personal y comunitario con Cristo Jesús, el cordero Dei, expresión propia de la hora del sacrificio a la misma hora y con el mismo sentido que se sacrificaban los corderos pascuales.

La palabra cordero significa para un pueblo de pastores, "uno de nosotros", y su sangre indica salvación de la muerte de Egipto y les abrió el camino de la libertad.

La llamada, la vocación es toma de conciencia del proyecto de Dios en nuestra vida, tal como lo hicieron Abraham, Moisés, Samuel, Jeremías, la Virgen María, Pablo de Tarso y tantos apóstoles, profetas y santos de todos los tiempos.

Hay tantas vocaciones terrenas, padre, obrero, sacerdote, empleada de hogar, patrono o ama de casa, que llevan a la vocación definitiva del camino hacia Dios como vocación fundamental.

Esta fue la respuesta de los primeros discípulos de Jesús:

1. Creer se expresa por el seguimiento, insertados en un pueblo inmenso de testigos que constituye la Iglesia para vivir según las indicaciones de sus pastores.

2. Ser Discípulo es también ser misioneros que hablan a otros de Jesús y conducirlos a El, como hace San Andrés, EL PROTOKLITO, el primer llamado, que anuncio a su hermano Simón Pedro al Mesías, o los lazos de la amistad o de la tierra, como en el caso de San Felipe y San Natanael.

Necesitamos todos, experiencia de Dios. La fe comienza con la experiencia en la vida de cada día con Jesús. Si bien es cierto que hay EQUIVOCACIONES de nuestra parte, nunca de Dios se trata de un camino con dificultades.

Que el Apóstol San Andrés y los primeros llamados nos enseñe a seguir a Jesús con prontitud (Cf. Mateo 4, 20; Marcos 1, 18), a hablar con entusiasmo de Él a todos aquellos con los que nos encontramos, y sobre todo a cultivar con Él una relación de auténtica familiaridad, conscientes de que sólo en Él podemos encontrar el sentido último de nuestra vida y de nuestra muerte.


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