miércoles, 17 de diciembre de 2008

Buena Noticia de Jesucristo, Hijo de Dios, nacido de la Inmaculada Virgen Maria


P. Manuel Ant. García

Comienza San Marcos con esta exhortación excelente de San Juan Bautista: "Preparar el camino al Señor, allanen sus senderos". Llamado a la conversión para tener un encuentro con el Señor que viene.

Celebrar el Adviento es algo bastante más profundo que el preparar el ambiente festivo navideño. Si nuestros caminos siguen torcidos, no hemos entrado en la gracia de la Navidad. Y cada uno sabe qué hay de torcido en su vida:

1. en la relación con Dios,
2. en el trato con el prójimo,
3. en el cumplimiento de los propios deberes.

El Adviento es un tiempo que dispone al espíritu humano a lo nuevo, a recibir la novedad evangélica. Es tiempo de expectativa ante lo que va a nacer, ante el alumbramiento de un desarrollo, de un resurgir del pueblo, de un alzar la cabeza. Es tiempo que hace presente lo perennemente nuevo; esa primavera ininterrumpida aun estemos en el desierto de la vida o un valle de lagrimas.

Es lo que celebramos en la Eucaristía, constante venida del Señor que nos ayuda a renovar, con esperanza nuestra decisión de seguir el camino del Evangelio hacia el Reino.

Es el Evangelio de Dios, Jesucristo, al que hemos respondido diciendo si en nuestro Bautismo y en los sacramentos de la Iglesia. En cada uno de ellos se nos da el Espíritu Santo. Ya no es sólo nuestra fuerza, sino la fuerza del Espíritu.

Mañana lunes, me vestiré de fiesta, quiero celebrar con mis hijos y hermanos, brindaré el mejor vino a mis hijos en la misa, cantaré con júbilo el GLORIA y el ALELUYA, porque celebraremos la memoria solemne de la Madre del Mesías, la fiesta de su Concepción Inmaculada. La mujer que mejor vivió en sí misma el Adviento, la Navidad y la Epifanía. Nuestra mejor maestra que nos ayudará a caminar, si tenemos sus mismas actitudes de María, en humildad y apertura, concibió lo nuevo y dio a luz el Evangelio.

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