PASOS PARA ALCANZAR LA DECLARAACIÓN DE NULIDAD DE UN MATRIMONIO
En una ocasión los fariseos (grupo contrario a Jesús) se le acercaron y le preguntaron maliciosamente: “¿Maestro, está permitido a un hombre dejar a su mujer por cualquier motivo?”
Jesús, haciendo referencia al Génesis 2, 24 les respondió: “¿No han leído que el Creador al principio los hizo hombre y mujer y dijo: El hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá con su mujer y serán una sola carne? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios ha unido no lo separe el hombre.”
La Iglesia, fiel a este mandato de Jesús, reconoce que no tiene facultad para anular un matrimonio que reunió las condiciones requeridas para ser bendecido por Dios. Lo que hace la Iglesia en su vida pastoral, es declarar nulo un matrimonio cuando se presentan pruebas evidentes para hacerlo.
En la Iglesia existe un Tribunal eclesiástico donde se presentan los casos de las personas separadas de su pareja. Cada caso es estudiado por especialistas del Derecho Canónico a partir de su historial, y si se descubre que hubo fallas graves que pudieran invalidar el Sacramento al momento de realizar el matrimonio, la Iglesia declara su nulidad, y ambas parejas quedan libres y pueden contraer nuevo matrimonio.
Compréndase bien que una cosa es divorcio, y otra cosa es declaración de nulidad. La Iglesia no divorcia, lo que hace es declaración de nulidad, lo cual significa que no hubo Sacramento, por impedimentos que la pareja o no dijo expresamente, o que sólo Dios conocía, por lo cual no aprobó ese unión.
Cuando una o los dos cónyuges desean que se estudie su caso para la declaración de nulidad, acuden al Arzobispado, y solicitan una entrevista con la secretaria del tribunal eclesiástico, Sor Eulalia Rodríguez, quién informa y acompaña a los interesados.
Por supuesto, el ideal del matrimonio es permanecer en santa unión hasta la muerte, pues la Iglesia enseña que los tres puntos esenciales del matrimonio son: amor, indisolubilidad y procreación de los hijos. Y en el rito matrimonial los esposos se prometen amor y fidelidad y ayuda mutua hasta el fin de su vida.
El éxito de cada matrimonio empieza eligiendo bien su pareja. La pareja de toda una vida se elige, no cuando se inicia el noviazgo, sino cuando ambos se han conocido en verdad y sinceridad delante de sí, de la Iglesia, de su familia y de la sociedad, y deciden unirse para formar una familia a costa de amor y de sacrificio durante toda su vida.
La sociedad depende de la familia. Salvar la sociedad es salvar la familia. Hay personas e instituciones que quieren destruir la sociedad y saben que la mejor forma de hacerlo es destruyendo la familia.
Quienes abogan por la legalización del aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo, la pornografía, el desprecio de los valores humanos, morales, éticos, sociales y religiosos, y promueven los vicios y medios ilícitos de obtener riquezas, buscan la destrucción de la familia y de la sociedad. Por sus obras les conoceréis, dice Jesús.
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